La comunicación siempre
ha sido un medio para estar en contacto con las personas, ya sea a nivel
personal o profesional, logrando configurar los mensajes de una manera
adecuada. En el medio organizacional el proceso de comunicación juega un papel
vital, ya que así como la interacción propició en los individuos desde siempre
compartir sus inquietudes y suplir sus necesidades, hoy constituye elemento
clave para que los integrantes de una agrupación fortalezcan su identificación
con valores comunes, por cuanto les ofrece la oportunidad de conocer la
realidad, las metas y objetivos de esa organización, y a la vez manifestar sus
expectativas como partes de ese conjunto.
Es por esta razón que
para autores como Pujol (2007) “las relaciones que se dan entre los miembros de
una organización se establecen gracias a la comunicación; en esos procesos de
intercambio se asignan y se delegan funciones, se establecen compromisos, y se
le encuentra sentido a ser parte de ella” (p.1). De donde se infiere que la
comunicación es efectivamente, un factor crucial en la organización
contemporánea, sea esta de naturaleza privada o pública.
En este particular las
instituciones tanto privadas como públicas tienen como prioridad mantenerse en
el tiempo, cumpliendo los objetivos para los que fueron diseñadas esas
organizaciones. Es por ello que cuando una institución pública está al servicio
de una determinada área, sea un país o una entidad estadal, debe tener claro lo
que debe hacer y la manera de comunicarse con su capital humano, o sea su
público interno, e igualmente con su entorno, es decir con su público externo; y
así estar en disposición de escuchar las quejas, sugerencias o reclamos que
puedan originarse debido al desempeño que tenga ese ente. No en balde
Castoriadi (1998) considera que una institución equivale a “normas, valores,
lenguajes, herramientas, procedimientos, y métodos de hacer referentes a las
cosas y de hacer cosas” (pág.67).
A tal punto la comunicación se ha convertido en
fundamental para el logro de los objetivos de la organización contemporánea,
que hoy se entiende que un flujo de información inadecuado podría generar malos
entendidos, descontento, e inclusive llegar a perjudicar los resultados
corporativos.
Tomando en cuenta dicha premisa, Zayas (2006) señala
que “la comunicación como proceso ligado
a todo el quehacer de las organizaciones juega un papel fundamental en la
interacción de la organización con su entorno, tanto laboral como general,
constituyendo la base de las funciones directivas, y el medio que unifica la
actividad de la organización”. (p.77). Para
dicho autor la comunicación en el ámbito laboral es como la columna vertebral
de las organizaciones, porque sin la comunicación no es posible la
planificación de las actividades, ni su seguimiento y mucho menos su ejecución.
De hecho, Zayas (ob.cit) al hacer referencia a que la
comunicación está presente en todas las funciones de dirección, parafrasea a
Stoner (1997), quien plantea que la comunicación constituye la base de las
funciones gerenciales; es el medio que unifica la actividad de la organización,
pues influye de manera sustancial en el ciclo directivo en la planificación,
organización, liderazgo y control. Las estrategias, objetivos, planes de
acción, planes de trabajo, procesos, funciones, liderazgo son aspectos que
contemplan la dirección en la vida laboral y su funcionamiento depende,
finalmente, del proceso de comunicación. Y si esto es importante en las
organizaciones privadas, en las públicas dada su naturaleza de servicio al
colectivo, resulta un asunto fundamental.
Por lo
explicado previamente es que no es posible desligar las instituciones de la propia
sociedad, debido a que los entes públicos son quienes velan por su bienestar.
Las instituciones deben realizar un trabajo acorde como lo demanda el Estado y
su política, y en esto es muy importante la comunicación que existe tanto
dentro como fuera de ellas.
Asimismo,
todo esto tiene que ver con que exista o no una buena gestión por parte de los
encargados y quienes están al frente de las actividades, trabajando en conjunto
para la población. Por consiguiente, para cualquier
organización es vital contar con una comunicación efectiva que dirija con
asertividad los esfuerzos de su público interno en busca de un fin común, pero
ante todo, para la debida consolidación de identidad, por cuanto esta coadyuva
al correcto funcionamiento de la organización de cara a sú público externo.
Dada su singular importancia hoy día, en las organizaciones tanto públicas como
privadas existe el área comunicacional, instancia que debe estar sólidamente constituida
para que la empresa pueda contar con el posicionamiento de su política comunicacional.
Sin embargo, en
experiencia de la autora como comunicadora social en diversas instituciones, no
todas las empresas cuentan con políticas comunicacionales, o las que las poseen
no son lo suficientemente eficaces, en el sentido de que aunque estén
explícitas, usualmente se trata de una formalidad obviada por los retos e
imponderables cotidianos, donde lo urgente prevalece sobre lo importante. Por
ello es necesario que se conozca con detenimiento hacia dónde se quiere ir y
qué se desea lograr, estableciendo reglas que ayuden a alcanzar las metas de la
organización, con la finalidad de hacer un trabajo más eficiente. A este reto
responde la política comunicacional de una organización.
De modo que la política
comunicacional es para Solís, Gutiérrez y Quiroga (2010):
…
el conjunto de orientaciones y disposiciones en forma de iniciativas e ideas
sistematizadas y transparentes, acerca de formas de difusión y socialización de
eventos de interés local e institucional. La política comunicacional es un
reflejo de la capacidad de transmisión de valores institucionales, que permiten
la construcción de un clima propicio para la participación y democratización de
la información sobre actuaciones puntuales en cualquier contexto, ya sea
político, económico, social, cultural o religioso, y en cualquier ámbito ya se
local, regional o nacional. (Documento en Línea)
De esta definición se
infiere que la política comunicacional surge de la necesidad de proporcionarle
a la organización una orientación determinada y coherente con la filosofía que
sustenta el funcionamiento organizacional, mediante el desarrollo de
lineamientos comunicacionales que lleven a la consolidación de la
identidad organizacional, pues como advierte Botta (1997) “la política
de comunicación en la empresa moderna (…) es sobre todo una política de gestión
y depende de los niveles de organización y dirección” (p.119).
En consecuencia, a partir
de lo expresado por el precitado autor, se puede afirmar que las políticas
comunicacionales son los hilos que conducen la gestión en todos los niveles de
cualquier empresa, a partir de la comunicación interna y externa, de donde
surgen los lineamientos de aquella, es decir, las principales directrices
comunicacionales de la organización. En ello coincide Guzmán (2006) al afirmar
que “gran parte de la gestión organizacional está basada en procesos de
comunicación tanto internos como externos
y se ve reflejada positivamente en las habilidades del vocero institucional,
los atributos de la imagen y la reputación” (p.167).
Este vínculo de los poderes
del Estado se explica en la esencia de la política en el sentido de conjunto de
acciones en pro del bien común. Como lo señala Borja (1997), la política posee
la doble dimensión de conducir individuos y la administración de recursos; más
aún cuando la conducción de seres humanos mediante la política debe perseguir
el propósito de motivar, inducir, estimular y conciliar las acciones que se
encuentran dispersas de las metas sociales; vale decir que la política juega un
rol fundamental en todo ámbito de actuación de los seres humanos,
particularmente en las instituciones públicas. Al menos, este constituye el
deber ser teórico de las instituciones públicas, independientemente de que en
la realidad práctica exista mucha aprehensión en los ciudadanos venezolanos
respecto a la idoneidad de su aparato público presente, en vista de la difícil
situación país que actualmente se expresa ampliamente en todos los órdenes del
acontecer político, social y económico.
Una entidad pública como
las mencionadas anteriormente, y cuya conducción genera evidentes expectativas
del público, es la Gobernación del estado Lara, ente regional que tiene como misión mejorar la calidad de vida
del ciudadano larense, a través del desarrollo económico y social, sostenible y
sustentable, haciendo uso suficiente de los recursos humanos y materiales con
que cuenta, mediante una gerencia pública transparente, social y participativa.
Puede notarse en este planteamiento el propósito dual ya explicado, que implica
claramente la administración eficiente de recursos, aunada al estímulo a la
participación de la población en la gestión pública.
Como visión, la Gobernación
del Estado Lara, regida por el Gobernador actual Henri Falcón, aspira convertirse
en la institución motora de la región Centro-Occidental del país, promoviendo
la integración armónica con los estados vecinos y brindando una excelente
calidad de vida a la colectividad larense, fundamentada en un liderazgo de
compromiso social, participativo, de accionar ético y un colectivo conformado
por ciudadanos de pleno derecho y responsabilidad.
El gobernador Henri Falcón,
como político exitoso que al fin y al cabo es, ha mostrado hasta ahora un buen
olfato para proyectar importantes planes
y proyectos comunales desde la gobernación del estado Lara; no obstante, desde
una perspectiva netamente corporativa, asumiendo la organización como un todo, resulta
poco procedente que una institución de servicio público como esta, deba
depender de la capacidad intuitiva de un individuo –un político- en particular,
por más dotado que esté su principal funcionario de las capacidades
propias para aglutinar a los demás en
torno a la solución de problemas locales der larga data.
Cuando ello ocurre, se corre
el riesgo de que la institución no interprete
las prioridades de política, y en concreto de política comunicacional, del
mismo modo y bajo similares circunstancias que su funcionario más importante y
representativo. Adicionalmente, podría terminar sucediendo que por no estar
claras, comunicacionalmente hablando, las fronteras entre el gobernador como
individualidad y la gobernación como institución, se confundan o se genere
ruido entre las representaciones que tanto público interno como externo
realizan sobre ambos factores, lo cual podría resultar contraproducente de
algún modo.
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