domingo, 19 de marzo de 2017

Situación Problema: causas que lo generan, consecuencias y pronóstico

La comunicación siempre ha sido un medio para estar en contacto con las personas, ya sea a nivel personal o profesional, logrando configurar los mensajes de una manera adecuada. En el medio organizacional el proceso de comunicación juega un papel vital, ya que así como la interacción propició en los individuos desde siempre compartir sus inquietudes y suplir sus necesidades, hoy constituye elemento clave para que los integrantes de una agrupación fortalezcan su identificación con valores comunes, por cuanto les ofrece la oportunidad de conocer la realidad, las metas y objetivos de esa organización, y a la vez manifestar sus expectativas como partes de ese conjunto.

Es por esta razón que para autores como Pujol (2007) “las relaciones que se dan entre los miembros de una organización se establecen gracias a la comunicación; en esos procesos de intercambio se asignan y se delegan funciones, se establecen compromisos, y se le encuentra sentido a ser parte de ella” (p.1). De donde se infiere que la comunicación es efectivamente, un factor crucial en la organización contemporánea, sea esta de naturaleza privada o pública.

En este particular las instituciones tanto privadas como públicas tienen como prioridad mantenerse en el tiempo, cumpliendo los objetivos para los que fueron diseñadas esas organizaciones. Es por ello que cuando una institución pública está al servicio de una determinada área, sea un país o una entidad estadal, debe tener claro lo que debe hacer y la manera de comunicarse con su capital humano, o sea su público interno, e igualmente con su entorno, es decir con su público externo; y así estar en disposición de escuchar las quejas, sugerencias o reclamos que puedan originarse debido al desempeño que tenga ese ente. No en balde Castoriadi (1998) considera que una institución equivale a “normas, valores, lenguajes, herramientas, procedimientos, y métodos de hacer referentes a las cosas y de hacer cosas” (pág.67).

A tal punto la comunicación se ha convertido en fundamental para el logro de los objetivos de la organización contemporánea, que hoy se entiende que un flujo de información inadecuado podría generar malos entendidos, descontento, e inclusive llegar a perjudicar los resultados corporativos.

Tomando en cuenta dicha premisa, Zayas (2006) señala que  “la comunicación como proceso ligado a todo el quehacer de las organizaciones juega un papel fundamental en la interacción de la organización con su entorno, tanto laboral como general, constituyendo la base de las funciones directivas, y el medio que unifica la actividad de la organización”. (p.77). Para dicho autor la comunicación en el ámbito laboral es como la columna vertebral de las organizaciones, porque sin la comunicación no es posible la planificación de las actividades, ni su seguimiento y mucho menos su ejecución.

De hecho, Zayas (ob.cit) al hacer referencia a que la comunicación está presente en todas las funciones de dirección, parafrasea a Stoner (1997), quien plantea que la comunicación constituye la base de las funciones gerenciales; es el medio que unifica la actividad de la organización, pues influye de manera sustancial en el ciclo directivo en la planificación, organización, liderazgo y control. Las estrategias, objetivos, planes de acción, planes de trabajo, procesos, funciones, liderazgo son aspectos que contemplan la dirección en la vida laboral y su funcionamiento depende, finalmente, del proceso de comunicación. Y si esto es importante en las organizaciones privadas, en las públicas dada su naturaleza de servicio al colectivo, resulta un asunto fundamental.

Por lo explicado previamente es que no es posible desligar las instituciones de la propia sociedad, debido a que los entes públicos son quienes velan por su bienestar. Las instituciones deben realizar un trabajo acorde como lo demanda el Estado y su política, y en esto es muy importante la comunicación que existe tanto dentro como fuera de ellas.

Asimismo, todo esto tiene que ver con que exista o no una buena gestión por parte de los encargados y quienes están al frente de las actividades, trabajando en conjunto para la población. Por consiguiente, para cualquier organización es vital contar con una comunicación efectiva que dirija con asertividad los esfuerzos de su público interno en busca de un fin común, pero ante todo, para la debida consolidación de identidad, por cuanto esta coadyuva al correcto funcionamiento de la organización de cara a sú público externo. Dada su singular importancia hoy día, en las organizaciones tanto públicas como privadas existe el área comunicacional, instancia que debe estar sólidamente constituida para que la empresa pueda contar con el posicionamiento de su política comunicacional.

Sin embargo, en experiencia de la autora como comunicadora social en diversas instituciones, no todas las empresas cuentan con políticas comunicacionales, o las que las poseen no son lo suficientemente eficaces, en el sentido de que aunque estén explícitas, usualmente se trata de una formalidad obviada por los retos e imponderables cotidianos, donde lo urgente prevalece sobre lo importante. Por ello es necesario que se conozca con detenimiento hacia dónde se quiere ir y qué se desea lograr, estableciendo reglas que ayuden a alcanzar las metas de la organización, con la finalidad de hacer un trabajo más eficiente. A este reto responde la política comunicacional de una organización.

De modo que la política comunicacional es para Solís, Gutiérrez y Quiroga (2010):
… el conjunto de orientaciones y disposiciones en forma de iniciativas e ideas sistematizadas y transparentes, acerca de formas de difusión y socialización de eventos de interés local e institucional. La política comunicacional es un reflejo de la capacidad de transmisión de valores institucionales, que permiten la construcción de un clima propicio para la participación y democratización de la información sobre actuaciones puntuales en cualquier contexto, ya sea político, económico, social, cultural o religioso, y en cualquier ámbito ya se local, regional o nacional. (Documento en Línea)

De esta definición se infiere que la política comunicacional surge de la necesidad de proporcionarle a la organización una orientación determinada y coherente con la filosofía que sustenta el funcionamiento organizacional, mediante el desarrollo de lineamientos comunicacionales que lleven a la consolidación de la identidad  organizacional,  pues como advierte Botta (1997) “la política de comunicación en la empresa moderna (…) es sobre todo una política de gestión y depende de los niveles de organización y dirección” (p.119).

En consecuencia, a partir de lo expresado por el precitado autor, se puede afirmar que las políticas comunicacionales son los hilos que conducen la gestión en todos los niveles de cualquier empresa, a partir de la comunicación interna y externa, de donde surgen los lineamientos de aquella, es decir, las principales directrices comunicacionales de la organización. En ello coincide Guzmán (2006) al afirmar que “gran parte de la gestión organizacional está basada en procesos de comunicación tanto internos como  externos y se ve reflejada positivamente en las habilidades del vocero institucional, los atributos de la imagen y la reputación” (p.167).

 Este vínculo de los poderes del Estado se explica en la esencia de la política en el sentido de conjunto de acciones en pro del bien común. Como lo señala Borja (1997), la política posee la doble dimensión de conducir individuos y la administración de recursos; más aún cuando la conducción de seres humanos mediante la política debe perseguir el propósito de motivar, inducir, estimular y conciliar las acciones que se encuentran dispersas de las metas sociales; vale decir que la política juega un rol fundamental en todo ámbito de actuación de los seres humanos, particularmente en las instituciones públicas. Al menos, este constituye el deber ser teórico de las instituciones públicas, independientemente de que en la realidad práctica exista mucha aprehensión en los ciudadanos venezolanos respecto a la idoneidad de su aparato público presente, en vista de la difícil situación país que actualmente se expresa ampliamente en todos los órdenes del acontecer político, social y económico.

Una entidad pública como las mencionadas anteriormente, y cuya conducción genera evidentes expectativas del público, es la Gobernación del estado Lara, ente regional que  tiene como misión mejorar la calidad de vida del ciudadano larense, a través del desarrollo económico y social, sostenible y sustentable, haciendo uso suficiente de los recursos humanos y materiales con que cuenta, mediante una gerencia pública transparente, social y participativa. Puede notarse en este planteamiento el propósito dual ya explicado, que implica claramente la administración eficiente de recursos, aunada al estímulo a la participación de la población en la gestión pública.

Como visión, la Gobernación del Estado Lara, regida por el Gobernador actual Henri Falcón, aspira convertirse en la institución motora de la región Centro-Occidental del país, promoviendo la integración armónica con los estados vecinos y brindando una excelente calidad de vida a la colectividad larense, fundamentada en un liderazgo de compromiso social, participativo, de accionar ético y un colectivo conformado por ciudadanos de pleno derecho y responsabilidad.

El gobernador Henri Falcón, como político exitoso que al fin y al cabo es, ha mostrado hasta ahora un buen olfato para proyectar  importantes planes y proyectos comunales desde la gobernación del estado Lara; no obstante, desde una perspectiva netamente corporativa, asumiendo la organización como un todo, resulta poco procedente que una institución de servicio público como esta, deba depender de la capacidad intuitiva de un individuo –un político- en particular, por más dotado que esté su principal funcionario de las capacidades propias  para aglutinar a los demás en torno a la solución de problemas locales der larga data.

Cuando ello ocurre, se corre el riesgo de que la institución no  interprete las prioridades de política, y en concreto de política comunicacional, del mismo modo y bajo similares circunstancias que su funcionario más importante y representativo. Adicionalmente, podría terminar sucediendo que por no estar claras, comunicacionalmente hablando, las fronteras entre el gobernador como individualidad y la gobernación como institución, se confundan o se genere ruido entre las representaciones que tanto público interno como externo realizan sobre ambos factores, lo cual podría resultar contraproducente de algún modo.





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